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Con un “Have a nice day” acababan todas las cartas que la Syu Win enviaba desde la prisión de Caen, Francia, a Roger Puente. Se habían conocido años antes cuando en Roger le realquiló durante agosto su habitación de un piso compartido de la Barceloneta. Desde el principio la Suy despertó su curiosidad. Qué hacía una chica de Hong Kong con su chico argelino cerrados todo el mes en una habitación de la Barceloneta? Al marchar se olvidaron un pequeño álbum de fotos donde se veían muchas ciudades: Orán, Atenas, Macao. Durante los 10 años próximos Suy y Roger se fueron viendo, cuando ella paraba por Barcelona. Cuanto más la conocía más quería saber. Hacía ocho años que había dejado Hong Kong, había vivido en París y conocía Argelia perfectamente. La curiosidad inicial fue transformándose en fascinación. Una noche, en un bar donde estaban tomando unas copas, a raíz de una abucheada iniciada por los amigos borrachos de su ex, se lo explicó todo: pasaportes falsos, fronteras, gente, movimientos, dinero… Poco tiempo después la Suy Win cayó intentando ayudar a cruzar a diecisiete indocumentados de Francia a Inglaterra y fue internada en la prisión de Caen. A partir de aquí Roger decide hacer este documental que él define como “una oda de amor en forma de película” y, efectivamente, el documental parte de la enorme fascinación que la protagonista, a la que ve como una “Robin Hood de las fronteras”, ejerce sobre el autor. Una fascinación que se transmite al espectador.
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