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Terminada la tesis, Mateu, sin dejar el interés por el continente africano, dirigió su atención hacia el continente americano, al que dedicó varias expediciones (México, Perú, Venezuela). Durante esta larga etapa parisina Mateu alcanzó todos los niveles de promoción en el CNRS: Chargé de Recherches en 1962, Maître de Recherches en 1973, y Directeur de Recherches en 1984. También le fueron reconocidos formalmente sus méritos científicos. Por ejemplo, en 1969 le fue concedido el Prix Maurice te Therèse Pico de la Société Entomologique de France, en 1973 fue nombrado miembro honorario de la Institución Catalana de Historia Natural, en 1980 fue honrado con el Prix Pouchard de la Académie Française, y en 1982 fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, a propuesta de su amigo Francisco Español. En 1987, el año siguiente al de la jubilación, Mateu volvió a España y se estableció en Almería, donde entró en contacto con naturalistas y espeleólogos jóvenes locales con los que hizo excursiones naturalistas y espeleológicas. En 1997, con 76 años, Mateu volvió a Barcelona y se instaló en un piso de la calle Córcega, donde tuvo alojada su colección de coleópteros y donde montó un pequeño laboratorio de entomología para poder seguir trabajando. Retomó el contacto con el Museo de Zoología, finalmente integrado al gran Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, y en 2008 aprovechó el acto de recepción como académico de Xavier Bellés para visitar por última vez la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, de la que era miembro correspondiente desde 1982.
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