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Fíjate que Pablo resalta el hecho de que no tenías nada que ver con esto. Tú y yo no añadimos nada a esto. Esta es la actividad de Dios. No la originamos; no es nuestro hacer. No se nos podía haber ocurrido este programa redentor por el cual, en un sentido muy real, hemos muerto. El hombre nunca planea morir; planea vivir. La muerte es lo que más teme. Sin embargo, Dios ha ideado una forma por la cual nuestra vieja vida puede terminar, puede morir, puede ser dejada de lado. Nunca se nos podía haber ocurrido eso. Pero a Dios sí se le ocurrió. Así que no es de nuestra hechura. Y no nos lo merecemos. No tenemos ningún mérito aquí. No es por obras, dice Pablo. No podemos ganárnoslo. Es todo de gracia. Se nos da, día a día, desde la mano de Dios.
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