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Llegó a la campaña planteando aquello que muchos habían descrito como «lo imposible», en la línea de la cruda película de Juan Antonio Bayona. Se había dicho que CiU nunca apostaría claramente por la independencia, pero se plantó camino del 25-N allí donde nunca antes se había instalado. En la reivindicación de un Estado propio para Catalunya. Eso para muchos es otro imposible, el objetivo final. Pero ahí tienen a Artur Mas, todo apunta que sin intención de dar marcha atrás en su apuesta. El resultado del 25-N marcará la pauta sobre si este órdago le ha salido bien o no. En buena parte, en función de si consigue o no lo verdaderamente casi imposible que se ha fijado como objetivo: la mayoría absoluta.
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