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"Acabo de llegar hoy a Burkina Faso con mi marido y mis hijas. Vengo de la región de Tombuctú. Hemos huido de Malí porque tenemos miedo. Tenemos miedo de cada una de las partes del conflicto. Hemos viajado durante tres días y en ese tiempo no pude comer porque tenía mucho miedo. Pero gracias a Dios, hemos llegado bien. Dejamos todo atrás: padres, vecinos, pastores, animales y nuestras propiedades. Mucha gente quiere salir de Malí pero lamentablemente no tienen dinero y tienen miedo de moverse (...). Los que se quedan en Malí están en peligro. Se ven obligados a vivir escondidos y no pueden conseguir víveres porque no hay mercado.
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