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A estos riesgos hay que añadir que la ruptura de la tregua supuso una gran decepción social, acrecentada por el progresivo deterioro de la situación. Esta sensación se ha agravado por la postura mantenida por los medios de comunicación, quienes, tanto durante el proceso de paz como tras su ruptura, han magnificado los aspectos más negativos de la realidad. La principal consecuencia de esta frustración ha sido una notoria desmovilización de la sociedad vasca, que ya no se encuentra tan activa en defensa de la paz y la normalización.
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