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En este contexto, algunos estudios han sugerido que los zumos de remolacha pueden aumentar el flujo sanguíneo en los cerebros de las personas mayores y, muy posiblemente, mejorar sus funciones cognitivas. Pero, ¿cómo se explican estos ‘superpoderes’ de la remolacha? Pues según sospechan los autores de la nueva investigación, la clave está en la betanina, el compuesto responsable de que la remolacha tenga su color rojo característico y que es comúnmente utilizado como colorante alimentario. Y es que esta betanina podría bloquear los efectos del cobre sobre la proteína beta-amiloide, evitando así su plegamiento incorrecto –y por ende, la formación de las placas– y la oxidación –y muerte– de las neuronas. Pero de nada valen estas sospechas. Hay que comprobarlo.
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