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La izquierda democrática también pierde ganando. El Estado de Bienestar es una realidad desde Estocolmo a San Francisco. Los gobiernos occidentales recaudan y desembolsan en él en todos sus niveles alrededor de la mitad del PIB, un porcentaje mayor en Francia y menor en Estados Unidos. El efecto aparece reflejado en el Índice Gini que mide la desigualdad de ingresos. Según este coeficiente de Gini, Estados Unidos es un país mucho menos equitativo que Alemania. Cuando se tienen en cuenta los impuestos y las transferencias, las diferencias entre la igualitaria Alemania y el «ultra capitalista» Estados Unidos disminuyen. El Estado de Bienestar avanzado es el sueño socialista hecho realidad –detraer de Peter para dárselo a Paul, que es más pobre–, lo que hurta a la izquierda democrática ha sido su mejor argumento de venta.
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