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Su perfil se eleva al cielo en uno de sus extremos, dándole a su cubierta inclinación. Por fuera, esta morfología no fue únicamente un capricho estético. Y es que a través de la piedra, el desnivel y el juego entre lo másico y lo transparente, lo lleno y lo vacío, la casa refleja la cultura del lugar mimetizándose con sus rasgos vernáculos. Las ventanas, abiertas de manera aleatoria, permiten además que la casa se asome al exterior, remarcando sus vistas a través de la profundidad del muro que se perfora.
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