|
La celebración del 25 de noviembre es una oportunidad para mostrar cercanía y afecto a las familias de las mujeres que han muerto víctimas de esta violencia y para visibilizar y recordar la realidad de vulnerabilidad, sufrimiento y muerte de tantas mujeres en todo el mundo. También, para ofrecer esperanza a las víctimas con iniciativas de apoyo, acompañamiento y sanación e impulsar de manera decidida una educación para el amor sustentada en la igual dignidad de hombres y mujeres proclamada por el Evangelio. Se deben apoyar acciones dirigidas a erradicar todo tipo de violencia contra las mujeres y contribuir a generar una conciencia social en el horizonte de una sociedad y de una mentalidad más equitativas y fraternas, además de realizar la autocrítica personal y comunitaria de nuestra posible contribución a la pervivencia de esta lacra social, por acción u omisión y mostrar nuestro firme compromiso de ser una comunidad transformada por el Dios manifestado en Jesús, que es amor liberador.
|