|
En tant que témoin, il m’incombait non seulement de défendre l’intérêt de mon ami, mais aussi de veiller à la paix du couple. Sachant que Marie rêvait d’un mariage classique en blanc, le style habillé et élégant s’imposait.
|
|
The next day I found myself listening to Carl’s enthusiastic voice as he shared his vision of an extravagant dinner jacket with the tailor we visited. The man was one of the finest craftsmen in town and I shared his scepticism about Carl’s preference. It was one of my duties as best man to think not only about my friend’s interest, but also about the couple’s peace. Since I knew Mary dreamt of a classical wedding in white, the style was set: it would be formal and elegant. Well advised by the tailor, we went for a classy black suit in combination with a white shirt and a tie of the same colour. Carl looked splendid in it and I chose a suit for myself that would match but by no means outmatch his. ‘Weddings are about bride and groom – no need to pull all the attention towards yourself’, I thought. I thought wrong. Attention found me, if I wanted it or not. As the word spread that I would be the best man, I became an advisor not only for Carl and Mary but also for everyone else invited to the wedding.
|
|
Al día siguiente me encontré escuchando la voz entusiasta de Carl mientras compartía su visión de un esmoquin extravagante con el sastre al que habíamos ido a visitar. Este hombre era uno de los mejores artesanos de la ciudad, y yo coincidía con él en su escepticismo sobre las preferencias de Carl. Una de mis obligaciones como padrino era tener presente no solo lo que más conviniera a mi amigo, sino también el mantenimiento de la paz entre la pareja. Como sabía que Mary soñaba con una boda clásica de blanco, el estilo ya estaba decidido: sería formal y elegante. Gracias a los buenos consejos del sastre, nos decantamos por un traje negro con mucha clase, combinado con una camisa blanca y una corbata del mismo color. A Carl le sentaba magníficamente y yo elegí un traje para mí que fuera acorde con el suyo, pero que no lo superara en modo alguno. «En las bodas los que importan son la novia y el novio, no es necesario que atraiga toda la atención hacia mí», fue mi reflexión. Una reflexión errónea. Atraje la atención, muy a mi pesar. A medida que corría la voz de que yo sería el padrino, me fui convirtiendo en asesor no solo de Carl y Mary, sino también de todos los demás invitados a la boda.
|