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El poder de las transnacionales va creciendo. Y no sólo por su potencia y tamaño económico, sino porque están en una situación inmejorable para presionar a los gobiernos para que actúen según sus intereses. Su fuerte implantación no quita que, al mismo tiempo, tengan suficiente flexibilidad para moverse por todo el planeta y sacar el máximo provecho de las diferentes oportunidades que obtendrán en cada lugar. Esto es, precariedad laboral, impactos severos en el medio ambiente, oportunidades y evasiones fiscales, etc. Todo esto con un único objetivo: ganar dinero a corto plazo, con el que se especulará y luego se repatriará.
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