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En 1619 María se hallaba descontenta consigo misma, pues vivía sin sufrimientos ni adversidades. Creía que con estos, su alma se haría más pura y sus obras más agradables a Dios. Mientras exponía sus pensamientos ante el Santísimo, Dios le dio a entender, con total claridad, que este descontento no le agradaba porque bajo este anhelo de sufrimiento se escondía su propia voluntad ( de la que quería verla despojada por completo ). Por este motivo, María quiso darse enteramente a Él, recibir de su mano todo, sin escoger nada.
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