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Tanto Strömholm como Petersen desarrollaron trabajos personales que sirvieran a su vez a un objetivo documental. Desde la complicidad y el respeto, dieron visibilidad a aquellas personas que, aun encontrándose en los límites, optaron por seguir avanzando. En sus obras, la imagen única dio paso a la secuencia, volviendo visible el proceso de creación del autor. Se trataría de un proceso análogo al ocurrido en otras áreas del pensamiento contemporáneo tras la Segunda Guerra Mundial. Es el caso del filósofo rumano Emil Cioran, uno de los autores más provocadores y radicales de este período, que se denomina a sí mismo "pensador orgánico", ya que para él todo acontecimiento vivido, físico o intelectual es aprovechado para moldear un cuerpo conceptual. En su libro La tentación de existir (1956), afirma: "Los tiempos actuales han hecho de nuestro pensamiento un interrogante permanente. Las guerras, los conflictos, las aberraciones, las adicciones, en fin, nos ponen frente a nosotros mismos con el tenebroso sinsentido. ¿Qué nos empuja a seguir existiendo?"
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