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El segon tòpic condueix directament a la qüestió del jam d’escriptura. Abans d’abordar-lo, però, cal considerar la qüestió de l’escriptura automàtica, que sempre és invocada com a argument d’autoritat per desacreditar la possibilitat d’una escriptura en directe.
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Two topics are especially relevant: on one hand, that the only duty of the writer is writing and reading, on the other, that impromptu writing is not literature. The first section constantly brings a series of misunderstandings. The latter has to do with the writer’s presence in the discussions of your blog or Facebook traffic. I have read several times that this virtual activity discredits the writer, that “instead of reading and writing, they are wasting time online.” We are in a period of legitimation of the virtual gathering. If this is considered entirely legitimate for the writers of twenty, thirty or a hundred years ago to be devoted most of the day to chat, drink, discuss, thrive, strutte fight and flirt at the Cafe Pombo, Café Gijón, the Café Orient or Boccaccio, presumably the same will happen next with the conversation on blogs and social networks. The second topic leads directly to the issue of jam writing. Before addressing it, however, it has to considered the issue of automatic writing, which is always invoked as an authority argument to discredit the possibility of direct writing. It suggests that, beyond the specific experiments conducted by surrealism and his followers, we will never know what words or what paragraphs, were part of masterpieces of universal literature, were the result of a first draft . Fernando de Rojas said he had writen La Celestina in fifteen days.
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Dos tópicos tienen especial vigencia respecto al tema que nos ocupa: por un lado, el de que el deber único del escritor es escribir y leer; por el otro, que la escritura improvisada no es literatura. El primero lleva, constantemente, a toda clase de equívocos. El último tiene que ver con la presencia del escritor en las discusiones de su blog o en el tráfico de Facebook. He leído ya en diversas ocasiones que esa actividad virtual desacreditaría al escritor, que “en vez de estar leyendo y escribiendo, estaría perdiendo el tiempo en Internet”. Nos encontramos en un periodo de legitimación de la tertulia virtual. Si en el presente se considera totalmente legítimo que los escritores de hace veinte, treinta o cien años dedicaran la mayor parte de la jornada a charlar, beber, discutir, medrar, pavonearse, pelearse o ligar en el Café Pombo, el Café Gijón, el Café Oriente o el Bocaccio, es de suponer que lo mismo ocurrirá próximamente con la conversación en los blogs y las redes sociales. El segundo tópico conduce directamente a la cuestión del jam de escritura. Antes de abordarlo, no obstante, cabe considerar la cuestión de la escritura automática, que siempre es invocada como argumento de autoridad para desacreditar la posibilidad de una escritura en directo. Conviene pensar que, más allá de los experimentos concretos llevados a cabo por el surrealismo y sus epígonos, nunca sabremos qué palabras, qué frases, qué párrafos, quizá, que forman parte de obras maestras de la literatura universal, fueron fruto de una primera redacción. Fernando de Rojas afirmó haber escrito La Celestina en quince días.
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