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Ausart bat duen olatua, azkenik, I iragarri bildu da. Atzo izan zen elated, Turbi antzinako sehaska bat jan eta oiloa on lo zoriontsu. Afrika osoaren naturan murgiltzeko ez du txartelak ondo zuen eserita agertzen, baina joan zen gau txarra delako madarikatu asto du, hori ez gelditzeko braying.
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Está harta, cansada, deprimida, pero sigue avanzando. Es una valiente que ha topado por fin con la ola que yo predecía. Ayer estaba eufórica, feliz en Turbi durmiendo en un catre y comiendo gallina vieja. La inmersión en la naturaleza total del África que no sale en las postales le estaba sentando bien, pero pasó mala noche por culpa de los jodidos burros, que no dejaron de rebuznar. Yo ni los oí, pero ella tiene el oído fino. Apenas concilió el sueño una hora seguida y hoy está agotada. Ayer se cayó y le hizo gracia. La pista era complicada pero no imposible, sufría pero se divertía. Hoy no hay nada de eso. Hoy solo hay desesperación por la imposibilidad de adaptarse. No es culpa suya, sino de una moto que no está diseñada para este terreno. Llora, sufre, gime, pero lucha. Habría que ver a algunos machotes en este camino cabrón. Seguro que muchos no daban tanto de sí como ella. Me admira contemplar su determinación. Se ha metido sola en este lío y no hace a nadie responsable de ello. Sé que esta pista solo tiene 500 kilómetros y que por mal que vayan las cosas siempre hay una solución y que en tres días estaremos en Nairobi bebiendo cerveza y comiendo delicatessen. Aún así, me pongo en su pellejo, siento su sufrimiento y admiro su valor. Es una gran mujer de pequeño tamaño y fuerza inmensa.
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