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Imagen de varias feligresas sentadas ante los reclinatorios situados sobre las sepulturas familiares. El reclinatorio cumple dos funciones, pues situándolo delante sirve para arrodillarse, mientras que girándolo y colocándolo detrás sirve para sentarse. Antes era un objeto muy habitual en las iglesias, pero, como tantos otros elementos y costumbres, poco a poco está pasando a ser una imagen esporádica, una reliquia de un pasado aún cercano. Delante de los reclinatorios se sitúan las "argizaiolas" encendidas. En el caso de Amezketa, la ubicación de las "argizaiolas" es también una cuestión interesante. La nave de la iglesia parece un cementerio ("Zementeriua"), con más de 160 tumbas que se alinean a ambos lados del pasillo central. Todas ellas están cubiertas, como se ve en la imagen, por una gran tapa de roble o castaño con una argolla de hierro. Cada una de esas sepulturas se corresponde a una de las casas troncales más conocidas del municipio. Sobre cada una de las sepulturas (o "yarlekua") se coloca su correspondiente reclinatorio y, junto a él, la "argizaiola". Es normalmente una de las mujeres de la familia la encargada de su cuidado y mantenimiento. En cuanto a las "argizaiolas" en sí, la de Amezketa es una de las pocas iglesias (si no la única) de Euskal Herria en la que aún se utilizan. Su uso se extiende a todos los domingos del año pero, especialmente, a dos ocasiones: las celebraciones del Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre). La "argizaiola" es una tabla con forma antropomorfa (se intuyen la cabeza, brazos y piernas), con figuras labradas, sobre la que se enrolla una mecha larga de cera, que se enciende y que se va desenrollando a medida que se va consumiendo la cera de la parte superior. Finalmente, destaca la presencia, en primer plano, de un hachero con dos hachas o grandes velas y una pequeña "argizaiola". Los hacheros se colocan sobre las sepulturas de las familias en las que ha fallecido alguna persona durante ese año.
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