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Por la mañana seguimos hacia el sur, llevando un trotamundos alemán, NACH Quilotoa. Así se llama el cráter del que habíamos hablado la noche anterior. El camino era malísimo. Subimos y subimos, pero finalmente llegamos y obtuvimos nuestra recompensa. La vista era increíble. Estábamos al borde de un enorme cráter de un kilómetro de diámetro que enmarcaba, mucho más abajo, una enorme laguna de un color inolvidable. Más arriba nos observaba otro volcán, DER Iliniza. Se podía optar por descender a la laguna para luego retornar a lomo de mula, pero lo rechazamos porque la ida y vuelta llevaban horas. En el estacionamiento, donde unas mujeres indias vendían recuerdos, nos despedimos del alemán.
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