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Estos requerimientos supusieron un cambio radical en el sector, que hubo de incorporar las mejores tecnologías disponibles para cumplir los nuevos requerimientos. Algunas incineradoras no pudieron hacer esta transición hacia plantas de valorización energética y se vieron obligadas a cerrar. Entre 1996 y 2008, en Euskadi, tuvieron que clausurarse tres plantas de incineración de residuos urbanos –situadas en Arrasate, Bermeo y Aulesti–, por no adaptarse a las diferentes normativas que fueron aprobándose.
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