|
Los cuestionamientos más comunes sobre estas obras indican que “pudo haberse construido mejores campanarios” y no “simples reproducciones de arquitecturas foráneas”, “de mal gusto y torpes detalles”, pero éstos pierden consistencia cuando resulta imposible encontrar campanarios característicamente aymaras o altiplánicos construidos después de 1800. Los templos republicanos de nuestras ciudades poseen torres evidentemente inspiradas (copiadas en muchos casos) de tratados europeos. Bajo esta perspectiva, las críticas adquieren inevitablemente el rol de queja gremial por la oportunidad perdida; o por lo menos, por la incapacidad reiterada de llevar adelante-y financiar-nuestros propios proyectos de intervención comunitaria, quedando a merced de la buena voluntad, y por consiguiente los caprichos, de quienes si pueden hacerlo.
|