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El guión de la muestra es de Ramón Espelt, mientras que el arquitecto Oscar Tusquets se ha encargado de su diseño y comisariado. El divulgador científico Jorge Wagensberg también ha puesto su grano de arena en esta exposición que establece una clara distinción entre dos tipos de laberintos. Los de recorrido único o unicursales, en los que la entrada coincide con la salida, se ven representados a través de mosaicos romanos, laberintos de catedrales góticas, obras de arquitectos como Ben Nicholson o Luis Longhi, y piezas de artistas contemporáneos como Robert Morris, Richard Long o Terry Fox. Por otra parte, los laberintos de recorrido múltiple o multicursales son aquellos que se componen de caminos que se bifurcan, algunos de ellos sin salida. Los laberintos vegetales propios de los jardines de la aristocracia europea de los siglos XVI al XVIII serian un buen ejemplo. Las visiones de escritores, artistas y arquitectos como Borges, Patrick Ireland, Saul Steinberg o Josep Ma.Subirachs, para quienes este elemento ha sido un tema recurrente en su obra, completan esta reflexión estética y filosófica sobre el laberinto. Porque, de algún modo, este símbolo habla sobre la condición humana, marcada por infinitas situaciones en las que es fácil entrar pero difícil salir.
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