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Como sugiere el subtítulo del libro, el tiempo es el verdadero protagonista —congelado, suspendido, dilatado, desvelado...—, tanto por las creaciones como por las casualidades, todas ellas irrepetibles, que cada cuento describe. El desorden cronológico en el que Ángel Martínez dispone los relatos parece seguir la idea de Robert Smithson cuando escribía que habría que buscar aquellos lugares en los cuales los futuros lejanos se encuentran con los pasados lejanos. El artista norteamericano, de muerte prematura, disfrutaba en el Museo de Historia Natural de Nueva York porque allí «coexisten el hombre de las cavernas y el hombre del espacio»; así también el libro acoge entre sus páginas una mezcla de tiempos heterogéneos que construyen nuevas historias sobre arte y arquitectura.
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